La medianera
No sembré tu huerta, no regué tus plantas,
no baldeé tu patio ni extendí tu cama.
No podaste el árbol que se enmarañaba
Sobre las paredes de mi vieja casa.
No me sorprendiste ninguna mañana,
con seis medialunas para la mateada.
No secaste platos, mientras yo lavaba,
no miraste tele, mientras yo planchaba.
No hice las cortinas para tu ventana,
no pintaste el patio ni plante tu albahaca.
No es porque escogimos, vidas separadas,
esto es más profundo: viene desde el alma.
No tome tu fiebre, no guarde tu ropa,
no me regalaste un oso de estopa.
No fuimos al súper ni bailamos juntos
Tus cosas, mis cosas por distintos surcos.
Tu angustia en tu estómago,
la mía en mis venas,
y una medianera en nuestros destinos.
Lo que despilfarras en cuatro paredes,
ardorosamente en cuatro horas locas,
no alcanza a cubrirme si me dejas sola.
Besos y llamadas solo por reclamos
Y nunca las manos juntas porque sí.
¿No anhela tu cuerpo esas bienvenidas?
De abrazos profundos y tibias caricias?.
Mi alma reclama tu presencia toda,
mi cuerpo conforme con las cuatro horas.
Cuando el tiempo pase y se desvanezcan,
¿qué recordaremos? ¿qué habrá de quedarnos?
Los labios partidos sin querer besarnos.
Las manos curtidas de caricias muertas
Y los cuerpos mustios de alegrías secas.
Lo que solo estaba dentro del recinto
si antes acompañaba el salvaje instinto,
será ya un estorbo, los cuerpos unidos.
¡¿Qué nos quedaría?! Oh Dios que suplicio!
No quedará nada para repartirnos.
Sembraras tu huerta, regaras tus plantas,
podaré mi árbol con igual nostalgia.
Y ya no habrá tiempo, para abrir ventanas…
Alicia Celada
Pintura: Franca Scaturchio (Argentina)
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