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El hombre partido









El hombre partido se pasea por ambas veredas, todo le da igual, si llueve al norte o graniza al sur.Siempre a cobijo se explayará ampulosamente sobre los inconvenientes que acarrea el granizo y los beneficios de la lluvia, y ni el granizo, ni la lluvia tocarán la punta de su enarbolada nariz. Porque el hombre está  partido en dos, y es en cierto modo , bastante invulnerable.

Cree  que conoce todo y no conoce nada en profundidad, porque no se ha sumergido en nada, de lo contrario seguiría sumergido, sin renunciar a sus ideales y se lo ve con la cabeza fuera de los revueltos mares.

Para el hombre estar partido,  es casi lo mismo que estar mutilado. Si algo entra por su lado izquierdo, se escapa por el costado derecho.

Nadie pudo unirlo, aunque se ha experimentado con distintos pegamentos, algunos resultaron viscosos, otros rancios, otros melosos, todos incompatibles con ese material.

Por eso sigue partido en dos, mientras una mitad viaja por el mundo, la otra permanece en un espacio indefinido, un lugar inexistente en toda geografía.Y el sigue su vida como si nada, como si ignorara su extraña patología.

Si no se trata urgentemente, si no llega la cura, el remedio mágico importado del otro mundo, que una definitivamente sus lados, su caso será irreversible.

Pero no es eso lo peor, porque aunque el hombre partido no crea en Dios, algunos creyentes se inquietan pensando: ¿ Que porcentaje del hombre partido ganará el Cielo; y que porcentaje ira a parar al infierno?.
Esto pasará a ser un grave problema para la iglesia, teniendo en cuenta que los hombres partidos, seguramente tienen el alma partida.

Alicia Celada



1 comentario:

Anónimo dijo...

Toda mi vida he sido un hombre partido/pero no en dos en mil pedazos que desparramo tristemente en manos que no saben acariciarme y corazones oscuros/
No tengo culpa, soy totalmente inocente.
Lacerado por los poemas, seguimos viviendo des pe da za dos