¿Pero es que la poesia sirve para algo?.. de Antonio Ortega
Hoy visita mi blog, un amigo y escritor Mexicano Antonio Ortega, licenciado en letras hispanicas por la universidad Autónoma Metropolitana Ixtapalaga (México), maestro en letra Iberoamericanas por la U.N.A.M., profesor del colegio alemán Alexander Von Humboldt.
Antonio, nos regala estas hermosas palabras de su autoría.
Por el placer de descubrirte cada día en el paraíso del desencuentro cotidiano.
¿Sirve para algo la poesía? ¡No! Así, de manera tajante, dogmática y lapidaria se responde una cuestión tan “insulsa” y “trivial” como la enunciada y que en tiempos de la posmodernidad, del avasallante atropellamiento de la cultura “light”, del fina de la historia, de pérdida de valores, no tiene caso siquiera plantearla. La poesía no sirve en un mundo en que privilegia lo pragmático y lo económico sobre lo sentimental; no sirve en una realidad caótica que se mueve a un ritmo vertiginoso que no se detiene a contemplar las pequeñas cosas carentes de valor. Allí, donde lo urgente no da paso a lo indispensable, allí, no sirve la poesía.
Que utilidad puede tener algo que nos seduce a perder el tiempo, pues desde el momento en que leemos los primeros versos de cualquier poema, nuestros ojos quedan presos en esa jaula de palabras que nos permite una gran libertad de pensamiento, que hace que nuestro sentir se desborde y que nos conduce a ejercer nuestro derecho a la sensibilidad y a la imaginación. Qué nos puede ofrecer la poesía que no nos ofrezca este mundo donde le gozo de vivir está clausurado por la prohibición cotidiana de expresar nuestras emociones. Nada, absolutamente nada, acaso la absoluta vacuidad heredada por una sociedad que se muere de soledad para llenarla con el acento lírico de un poema.
A pesar de su aparente inutilidad, de su perenne “crack” financiero, la poesía es un mundo real, es un “territorio cercado en el que no pueden penetrar los totalmente indocumentados, los huecos, los materialistas, los desapasionados, los cosificados, los censores, los sensibles y sentimentalmente desahuciados”. Es un mundo al que de una u otra forma todos buscan y el que lo desee, lo encuentra; todos quieren abrir sus puertas, penetrar en esa zona donde habitan la añoranza y la esperanza.
La poesía es la historia que nunca vivimos, la que quisimos vivir, la que por vivida siempre contamos, la que hoy nos duele más que mañana debido a que el ayer no regresa. Es la historia que cada mañana escribe un capítulo en los ojos de quien nos saluda con un ¡Hola! Detrás de su sonrisa. La poesía es la pequeña historia que trasciende todo espacio temporal, la que no acaba de escribirse, la que siempre pospone el final porque si terminara sería admitir que los sentimientos están anulados y que la vida perdió su sentido.
En un mundo como este, lleno de cosas superfluas y que se dirige al absurdo de la negación de la sensibilidad, la poesía es el intersticio que lo hace más habitable, porque en ella confluyen los sentimientos más puros pero olvidados, aquellos que no caben en una cuenta bancaria y que nos acechan en los más recónditos e ignotos parajes del acontecer diario, para saltar sobre nosotros y salvarnos de la desesperanza y de la monotonía en que la cotidianidad nos ha envuelto.
Sí, después de todo la poesía no sirve… salvo para enamorarnos a perpetuidad, para desamar sin convicción, para enamorarnos con la fugacidad eterna de un segundo; para enamorarnos de quien nos ignora, de quien nos ama, para desamar a quien nos desamó. Nos sirve para tener la incertidumbre de ser en el otro, de sentir al otro, para tener la osadía de tejer desmesurados sueños; con la poesía y en la poesía podemos crear laberintos con las imágenes que habitamos, podemos perseguir a los fantasmas que nos quitan el sueño cuando duermen a nuestro lado, podemos andar y desandar los pasos perdidos, realizar viajes a ninguna parte, arribar a todos lados. En la poesía tenemos encuentros y desencuentros, amores y desamores, en ella creamos espejismos palpables y realidades fatuas, enhebramos en quimeras, besamos entelequias, gozamos fantasías, nos regodeamos en la realidad.
La poesía es la geografía de lo posible, donde se admite que el amor sucede siempre en otro tiempo, es el lugar en que sólo entren los transgresores de la cotidianidad, los que pierden el tiempo con las palabras seductoras, los que tienen la sensibilidad rozándoles los labios, los que gozan la experiencia de vivir en las palabras, los que se quieren salvar, los amorosos, aquellos que desean salvar el amor. Se diga lo que se diga y a pesar de todo una gota de poesía no es poca cosa.
Gracias Antonio
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