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La muerte del cobayo

 





-¡Dale Nacho anímate, agárralo, no te hace nada!-.El niño lo tomo temeroso entre sus brazos.

- Pero agarralo bien ,se te va a caer-. Y así fue el cobayo se deslizo entre las manos del pequeño.

- Viste te lo dije no sabes tenerlo-.

-No te enoje Lau, me daba miedo-.

- Pero si no te hace nada, es mansito, mírame a mí-. Entonces ella lo tomo entre sus brazos y lo meció como a un bebé-. Ahora lo voy a dormir y vamos a tomar la chocolatada que mamá esta preparando.

Y así transcurrió la tarde entre juegos, chocolatada y algunos que otros caramelos que Nacho extraía de su mochila. Antes de la cena la madre del pequeño vino a buscarlo, no querían despedirse, pero era tarde. La cena estaba casi a punto y la familia volvía a su rutina diaria.

-Poroto esta triste mami, papá arregla mis chiches y mamá cura, cúralo mami-.La madre lo acaricio un rato y luego dijo- Se va a poner bien, déjalo descansar, es porque ustedes lo asustan, lo tienen de aquí para allá,! pobre bicho!, ahora vamos a cenar y a dormir tempranito.

A la mañana siguiente Laurita salio al balcón a buscar a Poroto para saludarlo antes de ir a la escuela, el cobayo estaba tieso sobre su colchita, la niña lo levantó y fue corriendo al cuarto de sus padres.

- Papá, papá despertate- dijo la pequeña , pero no estaba asustada, estaba ansiosa.

- Papa arregla, mamá cura, pobre Poroto, papá arréglalo-. El padre se froto los ojos aun estaba aturdido, lo tomo en sus brazos, la miro con ternura y le dijo-.

No puedo mi amor, esta muerto-.

-¿Como que no podes? yo vi. a un mago en el cumpleaños de Lauti despertar a una paloma dormida-.El padre no sabia que decir ante la mirada insistente de la niña.

- vos podes , vos sos grande como el mago, como no vas a poder dale papi , papá arregla y mamá cura, como no van a poder-

- No Laurita no podemos-.

Entonces Laura lo arrebato de sus brazos y salio corriendo, llorando.

- Se murió mi cobayo, pobre Poroto-.

La imagen del padre cayó de repente ante los ojos de la pequeña. La vida empezaba a enseñarle las primeras tristezas ante las cuales, la voluntad y aun el amor, el amor mismo no pueden cerrarle el paso.  El padre sabia que eso iba a pasar, que ella volvería a verlo con los ojos confiados de antes pero esa caída era dura para ambos.

El tiempo pasó y la muerte del cobayo hoy es solo un recuerdo. El dolor golpeo con más dureza la vida de la niña. Ahora mujer, comprendió que la magia no puede hacer nada ante la realidad más dolorosa y que a veces los adultos no podemos con ella. Pero ahí estaba su padre a su lado, ese hombre que tal vez no sea el ser todopoderoso que de pequeña creía, el que todo lo arregla, pero indudablemente la ama tanto como aquél día en que pensó que ella jamás lo perdonaría.

Alicia Celada


1 comentario:

Anónimo dijo...

Alicia, asi en la prosa como en la poesia se percibe tu sensibilidad,
a pesar de tu lucha en la vida.-
Gracias por conocerte.-