La tarde trae un vaho inmundo y angustiante, de sangre nauseabunda desprendida del vientre. El cielo vomita la humanidad entera , arroja su ira al igual que una fiera, y lloran las mujeres eternamente secas.
La tarde huele a sangre en la hora siniestra y con manos unidas y encogido de piernas, en un eterno sueño, pareciera que reza, un manojo morado de carnecita seca.
Se retuerce la tarde, se envilece la tierra, las baldosas escupen las sangrentosas piernas; y se mecen los niños en la ardorosa siesta, mientras cantan sus nanas las mujeres etéreas.
Tras los labios marchitos de las mujeres muertas, la canción se tritura en sus dientes de perra, y sus manos son hachas, asesinas, blasfemas, que aprisionan la nada en sus oscuras prendas. Ateridos de frío se desmayan sus pechos, como las secas flores de invernales contiendas. La tarde huele a sangre en todas las esquinas, la ciudad va exhalando un olor de letrinas, en las tristes capillas las viejas se persignan y el Cristo del cayado se esconde en una cripta.
Ya se acerca la noche, como siempre, sombría. Lucífugos murciélagos dormitan en la iglesia y se escuchan mil llantos por ventanas abiertas.
Ya se apagan las luces, ya se encienden las venas, y generan los miembros las clandestinas fiestas. Mujerzuelas oscuras se ofrecen en las tiendas y el mundo va mostrando repugnantes escenas, en los puertos se ríen los marinos que llegan y derraman aromas de sudor mientras esperan, a las blandas mujeres de económicas piernas.
Al igual que Sodoma se sentencia la tierra y en estatuas de sales los hombres se liberan.Los mendigos quejosos, timoratos esperan, en el abrigadero de las fatuas iglesias. En el cercano hospicio la locura genera la violencia del hombre en su jaula funesta.Y en el misero fango, de la misera tierra se sumerge la luna, prostituida y bella.
Un grito desgarrante, por la pared se trepa, los labios se amordazan, y las piernas se esfuerzan, los ojos desparraman su dolor en la entrega, la sangre se coagula y los cestos se llenan.El cuerpo se estremece, el pulso se acelera y entre el blanco y el negro un mártir se condena.
Las masturbadas niñas a los sueños se entregan, el cielo en un bostezo hace temblar la esfera; y dos brazos atados crucifican la tierra.
Alicia Celada
1 comentario:
No entendí nada pero me da chuchin
Pepin
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