Del asado de ayer que
compartiste, en el parque ampuloso de tu casa.
Bajo aquella enramada generosa, que con sutil belleza
cobijaba.
Recibí al otro día,
agradecida, la sobra que quedaba.
Era buena la carne, sobrio el vino, confortable
la cama.
Pero había silencios
miserables y asesinas palabras.
Se veía venir triste la noche,
bajo un manto de lágrimas.
Y detrás de los árboles añosos, conjuraban las ánimas.
Maldito el que le arroja
tantas piedras, a quien tanto le ama.
Hoy saldré por la puerta que me abriste, sin hacer mucho ruido.
Para no despertar tus sentimientos, que se
encuentran dormidos.
Con mi fardo de amor me iré
tranquila a descansar en paz.
He dicho todo lo que se debía, para no lamentar.
Que quedaran palabras
apresadas, sin poder liberar.
No levantes pañuelos para
herirme, puedes dejarme ya.
Ni te acerques al muelle de
mi vida, que mi balsa se va.
Me llevare la miel que he merecido,
lo que has querido dar.
Nada que sea tuyo he de
llevarme, pues tengo dignidad.
Y las sobras que sigues
ofreciendo te la puedes quedar.
Buscare una enramada que
cobije mi triste soledad.
Y tal vez algún día de mis sobras,
yo te pueda saciar.
Alicia Celada
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